La preocupación actual acerca de la educación de los más pequeños sitúa a éstos en el foco de atención de aspectos relacionados con su adecuado desarrollo físico, psicológico, personal, social, teniendo en cuenta la necesidad de un cambio en la manera de educar. El interés de la sociedad en conseguir el bienestar personal y social de los pequeños, ha llevado a realizar investigaciones y estudios sobre el tema con el objetivo de potenciar al máximo las experiencias positivas en estos aspectos. No debemos olvidar que las experiencias y emociones vividas en la infancia impregnan la vida de las personas, por ello es tan importante potenciar y trabajar estos aspectos para poder experimentar el bienestar en la edad adulta.
El fracaso emocional es uno de los mayores lastres de nuestra sociedad, ya que en la infancia se están sentando las bases de los futuros niños que tendrán que enfrentarse a problemas reales; si no se les ofrecen las herramientas necesarias enseñándoles a manejar positivamente sus emociones, fracasarán en muchos aspectos ya sean laborales, familiares o sociales. Pero sobre todo fracasarán en el aspecto personal, porque serán individuos estresados, tristes, con problemas de depresión y ansiedad.
Hay que hacer hincapié en la importancia del trabajo conjunto entre la escuela y la familia. Por un lado está el seno familiar que es el primer medio de socialización del niño, donde éste se siente seguro y protegido, y por otro lado está la escuela, donde el niño crea lazos y relaciones interpersonales con los demás, va a conocerse a sí mismo y a experimentar las consecuencias de sus acciones ante los otros.
De ahí la importancia de que el niño reciba una acertada educación por ambas partes. El trabajo del educador no solo será guiar al niño sino también enseñar a los padres la importancia de un buen desarrollo emocional en sus hijos , ofrecerles pautas, herramientas y consejos, para (entre ambos) llevar a cabo una tarea conjunta cuyo resultado sea positivo y duradero en el tiempo.
Los maestros y maestras deben dar prioridad a la educación emocional y bienestar psicológico del niño en las aulas, dándolo a conocer a padres y familiares. Esto ayudará a crear no sólo niños brillantes y sobresalientes en el aspecto académico, sino también niños brillantes y sobresalientes en el aspecto emocional, que irá ligado a posteriores éxitos en muchos ámbitos de su vida.
La educación dirigida a los primeros años de vida del niño, resulta todavía demasiado mecanizada y deja entrever un sistema deficitario para abordar este tema. Últimamente están tomando impulso enseñanzas alternativas donde el niño adquiere un papel relevante, en el cual resalta y es el centro de las prioridades de los padres. Puesto que, actualmente, la idea de conciliación familiar pone en evidencia las bases de una sociedad desarrollada, es esencial para los padres tener la confianza y la seguridad de dejar a sus hijos en un ambiente adecuado, agradable, seguro, donde el niño sea atendido y pueda desarrollarse según sus necesidades, donde el ambiente y el adulto se adapten a él y no al contrario. En definitiva, que se sienta como en su hogar y perciba ese calor y amor propios de un entorno positivo y de confianza.
Un claro ejemplo donde todo esto es posible son las casas nido, que en Europa tienen una gran acogida y que aquí, en España, poco apoco están empezando a instaurarse. Se caracterizan por su reducido número de niños, un espacio que se asemeja al núcleo familiar del niño, el ambiente tranquilo sin ritmos frenéticos, donde se respetan los tiempos de cada uno, y donde se desarrollan mediante una crianza natural.